Wednesday, May 31, 2006

Con Uribe ¿Todos a marchar?


Por Diego Fernando Gómez
En medio de la alegría de los uribistas y de los gaviristas por los resultados hay algo que está pasando por alto. Con relación a las elecciones de 2002, Uribe aumentó su votación en un millón y medio de sufragantes. Un millón más que en el referendo. En cambio, los no uribistas se redujeron en 850.000. El jolgorio del Polo es precipitado y oculta que incluso en el Valle y Bogotá, en donde se tienen gobernantes de este movimiento, Uribe tuvo un apoyo tres puntos por encima del promedio nacional. ¿Qué le pasará a Gaviria y al Polo cuando su principal fuerza electora, el "antiuribismo" ya no juegue en las elecciones del 2010 y nuevamente se segmente el voto de opinión? ¿Superará el Polo las divisiones internas que se hacen evidentes en el concejo capitalino?El asunto de la reelección es más interesante observarlo desde otras perspectivas. ¿Qué diríamos si hace ocho años un grupo de personas nos hubiera planteado que el país elegiría democráticamente a un gobernante "de mano dura" y que luego sería reelegido? Pues eso ocurrió. A finales del año anterior en tres entregas de esta columna se analizó el proyecto Destino Colombia, que anticipó en 1998 lo que acabó de acontecer: el escenario "Todos a marchar" describía que un presidente que le haría frente al caos generado por los grupos armados sería no solo elegido sino reelegido por "una oportuna reforma constitucional".Tal capacidad de predicción se derivó del reconocimiento de dinámicas profundas en la sociedad que terminarían por definir el futuro del país. Ellas eran un cansancio enorme con el bipartidismo, una severa desconfianza con las ideas de izquierda que identificaban como cercanas a la guerrilla, un rechazo severo a la guerrilla, una enorme desconfianza con el establecimiento y sus prácticas corruptas. Uribe encarna a un líder que enfrenta esos problemas críticos para los colombianos. El 76 por ciento tiene una imagen favorable de su gobierno, mucho más que el contundente 62 por ciento que votó por él.Pero la historia no para allí. Lo más crucial para el país es lo que tiene por delante. Si estas dinámicas nos llevaron al escenario de "Todos a marchar", también son una trampa que nos oculta las restricciones que impedirían dar el salto al escenario de "La unión hace la fuerza". La más importante es la carencia de una visión concertada del país que debemos construir. ¿Seremos capaces de tomar un rumbo que nos acerque al escenario de "La unión hace la fuerza", lo cual es un requisito para tomar la senda del desarrollo y la inclusión social? ¿Será Uribe capaz de construir un consenso sobre el desarrollo, como lo hicieron España, Chile, Singapur, Irlanda o Israel, entre otros? Ese consenso social sobre las acciones clave, tanto en política pública como desde el sector privado y sociedad civil, constituyen el gran reto que tiene el país para poder salir del subdesarrollo en las próximas décadas. Además de este reto, Uribe enfrenta dos grandes amenazas: el narcotráfico y la ultraderecha. Ambos no solo siguen presentes en la sociedad sino también peligrosamente enquistados en los círculos de poder y en las mismas fuerzas del Estado. Guaitarilla, Potrerito y desapariciones forzadas en Antioquia son una preocupante alerta de algo que es inadmisible y puede convertirse en un nefasto factor de debilitamiento de la política de seguridad democrática y de la legitimidad del gobierno de Uribe.