Wednesday, September 30, 2009

La mojigatería se impone en Medellín

Juan Diego Restrepo


El proyecto equitativo de la Clínica de la Mujer se enfrentó al falso puritanismo y al conservadurismo



Qué vaina con muchos paisas. Tan modernos que se creen, tan desarrollados, pero a la hora de rubricar esos conceptos con acciones realmente trascendentales para favorecer a sus habitantes se atemorizan y corren a esconderse tras las sotanas de los curas y a defenderse con las páginas de su diario regional, que no deja de tener un aire de hojita parroquial.

Tan cosmopolitas que se creen muchos paisas, pero son incapaces de admitir que las mujeres de la ciudad deben tener su propia clínica, tal como lo propuso la administración municipal al recoger la iniciativa de varios sectores sociales e impulsar la construcción de la Clínica de la Mujer, una idea que surgió, según el alcalde Alonso Salazar, durante su campaña electoral, cuando intentando ganarse los votos de las mujeres, les escuchó la idea de tener centros especializados para la atención de la mujer por la peculiaridad de su anatomía, su fisiología y su manera de sentir y entender, que tuviera en cuenta sus particularidades en un contexto social conflictivo.

Fue tal el compromiso de Salazar que, como Alcalde, introdujo la propuesta en el Plan de Desarrollo Medellín es Solidaria y Competitiva y desde hace varios meses intenta ponerla en práctica. En varias oportunidades ha explicado que la Clínica de la Mujer “no solo será un centro de atención, sino que también será un centro de acumulación de conocimiento, de investigación y de multiplicación de la actividad formadora”. Reforzó su idea expresando que “lo que queremos hacer es una apuesta por la vida, la promoción y la prevención, pues somos plenamente conscientes de los derechos sexuales y reproductivos”. Y también dijo que en ese novedoso centro asistencial “acataremos las directrices del Estado y de la Corte Constitucional”.

De acuerdo con lo planteado en el proyecto de creación de la Clínica de la Mujer, sus servicios girarán en torno a tres ejes: la salud sexual y reproductiva, los problemas ginecológicos que de ella se derivan, la violencia y la salud mental. Además, se previó que incluyera la interrupción voluntaria del embarazo sujeta a lo estipulado en las normas que despenalizaron parcialmente el aborto en el país.

Pero la distorsión mediática propia del más enconado conservadurismo del periódico regional, ligado a la Iglesia Católica e imbuido de falsos puritanismos y perversa mojigatería, vendió la idea de que la Clínica de la Mujer sería un “centro de abortos”. De esa manera, han venido socavando un proyecto salud pública orientado a responder a las necesidades más sentidas de la mujer en términos de la prevención y de atención a distintas formas de violencia desde el cual se trata de darle a las mujeres una atención especializada propia de su condición femenina.

Desconociendo que es un proyecto pionero en el país a través del cual se pretende atender desde un enfoque de derechos y de género, las necesidades de las mujeres en materia de acceso a la salud en general y especialmente la salud sexual y reproductiva, los sectores más recalcitrantes de la sociedad paisa se han lanzado a promover su versión de la realidad, con todo el poder que les da verse reproducidos en las páginas de un diario que intenta imponer la moral entre la ciudadanía, sin tener el menor ápice de autoridad.

Si quienes cuestionan el propósito de construir la Clínica de la Mujer tuvieran la osadía de investigar a fondo el tema de la salud femenina de la ciudad los llevaría a ofrecer múltiples puntos de vista y a mostrar cifras realmente alarmantes. Según el Plan de Desarrollo de Medellín, la tasa de mortalidad femenina por maternidad es de 32.8, la de cáncer de cuello uterino es del 4.9, y de cáncer de mama es de 13.2. Todo agravado, según la Escuela Nacional Sindical, por la alta tasa de embarazo adolescente, que llega al 21 por ciento y las violencias basadas en discriminación de género contra las mujeres, las enfermedades cardiovasculares y situaciones de salud mental que las afectan.

Pero la distorsión mediática y la presión eclesiástica no sólo crearon una idea errónea de la Clínica de la Mujer, sino que llevaron al alcalde Alonso Salazar a echar para atrás el propósito de atender allí casos de interrupción voluntaria del embarazo. Así lo dio a conocer ante el Concejo de la ciudad, donde pidió separar ese tema del proyecto. Además, sacó del gabinete a las dos secretarias que impulsaban el tema: la de Salud y de la Mujer. Ganó, sin lugar a dudas, la mojigatería paisa.

¿De qué les sirve a los habitantes de Medellín tener una ciudad desarrollada y moderna si su pensamiento aún guarda más relación con épocas rurales que urbanas? ¿Para qué ser la ciudad “más educada” si ese concepto no ayuda a superar lo que el filósofo francés Gastón Bachelard llamaba “obstáculos epistemológicos”, es decir, todas aquellas trabas que impiden acceder a nuevas ideas? ¿Cuál es la utilidad de ser una de las ciudades con el mayor desarrollo de Internet si ese conocimiento no se aplica para modernizar las ideas y ampliar los márgenes de tolerancia, pluralismo y respeto?

Diversos sectores sociales en Medellín deberían entender que el desarrollo de la ciudad debe acompañarse de un pensamiento moderno, sustentado no sólo en la revaluación de viejas concepciones eclesiásticas, más propias de la Edad Media que del siglo XXI, sino en la apertura a nuevas perspectivas sociales y políticas, mucho más democráticas que las vividas en el pasado, cuando la mujer era absolutamente invisible en términos participativos y decisorios.

Lástimas que mientras en otros países la mujer adquiere su real dimensión de sujeto político, en Medellín la mojigatería les recuerda que no son dueñas de su propio cuerpo. De seguir así, el promocionado desarrollo de la ciudad siempre será incompleto.

* Juan Diego Restrepo es periodista y docente universitario

Tuesday, September 15, 2009

El fantasma de Pablo Escobar

Por María Jimena Duzán


OPINIÓN
Con las amenazas lo que se busca es impedir la extradición de una camada de capos que lleva asentada en el país cerca de 25 años.
Sábado 12 Septiembre 2009

Hace un mes y medio un altísimo funcionario de la embajada norteamericana visitó al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Augusto Ibáñez, para informarle de un asunto que lo tenía muy preocupado. Sin mayores rodeos, el alto funcionario de la embajada le hizo saber a Ibáñez que sus servicios de inteligencia en Estados Unidos le habían hecho llegar la información de que la mafia estaría planeando un atentado contra él y cuatro personas más: el vicepresidente de la Corte Suprema, Jaime Arrubla; el ex consejero de paz Camilo Gómez; Víctor G. Ricardo, y el senador de Cambio Radical Rodrigo Lara Restrepo.

Según esa altísima fuente de la embajada norteamericana, la persona que podría estar detrás de ese posible atentado sería Luis Guillermo Ángel, mejor conocido como 'Guillo' Ángel, uno de los 12 narcotraficantes que fueron indultados en 1993 por el gobierno Gaviria a cambio de su colaboración con la justicia en el desmantelamiento del cartel de Medellín que fundó y dirigió Pablo Escobar. Aunque Ibáñez denunció el hecho ante los medios, a los pocos días la noticia se esfumó en menos de lo que canta un gallo. Ningún medio investigó quién estaba detrás de estas amenazas y el gobierno ni siquiera se pronunció. Quién se iba a imaginar que en el gobierno de la seguridad democrática íbamos a reeditar episodios ocurridos hace más de 20 años, cuando la Corte Suprema denunciaba, como ahora vuelve a hacerlo, las amenazas de los narcotraficantes y ni el país ni el gobierno las escuchaban. O que el hijo de Rodrigo Lara Bonilla iba a estar en las mismas que su padre, 25 años después, denunciando la presencia de la mafia en el poder político sin que sus denuncias tuvieran mayor eco. Triste aceptarlo, pero en esas estamos.

De 'Guillo' Ángel se podrían hacer mil películas en Hollywood. Su mayor mérito es haber conseguido hacerse a dos identidades que han hecho leyenda. En la primera, 'Guillo' Ángel es un sobreviviente que ha ido echándole tierra a su pasado de narcotraficante y piloto de Pablo Escobar, según Gerardo Reyes en su último libro. A lo largo de la década de los 90 participó en importantes operaciones encubiertas organizadas por la aduana norteamericana, que contribuyeron al desmantelamiento de grandes redes de narcotráfico. En Colombia, él y su hermano Juan Gonzalo fungen en los altos círculos, como prósperos empresarios. Él como dueño de Helicargo, una empresa que resultó escogida por la oficina del entonces comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, para transportar en sus helicópteros a los narcoparamilitares que se desmovilizaron en la zona de Ralito, y su hermano como un influyente dueño de medios, es propietario de Cablenoticias y sus tentáculos de poder llegan hasta la Comisión Nacional de Televisión. Su cercanía con la familia Uribe es de tal calado, que fue uno de los invitados al matrimonio del hijo del Presidente.

El otro 'Guillo' Ángel es menos glamoroso, según se infiere de las informaciones provenientes de otros colaboradores de la justicia norteamericana, como Baruch Vega. En una carta pública que circula entre varios periodistas,

Baruch dice que 'Guillo' Ángel desempeñó sus funciones como informante de la aduana gringa, pero con el objeto de proteger y beneficiar el cartel del norte del Valle. A esos datos habría que agregarle otro, proveniente de lo que aseguran fuentes de la inteligencia colombiana, en el sentido de que uno de los próximos extraditados podría ser 'Guillo' Ángel.

Una cosa es evidente: sea quien sea el que está detrás de estas amenazas, lo que se busca es impedir la extradición de una camada de importantes capos de una mafia que lleva asentada en el país cerca de 25 años. Que ha sobrevivido a Pablo Escobar, a los 'Pepes', a los capos del norte del Valle y que hoy se encuentra afincada en el corazón de Antioquia y que, a diferencia de Pablo Escobar, es socialmente aceptada. Una mafia parecida a la que dio vida a Santiago Gallón, influyente caballista antioqueño que acaba de ser capturado con fines de extradición y a quien se le acusa de haber participado en el asesinato del futbolista Andrés Escobar. Para impedir su extradición, sus compinches narcoparamilitares del bloque Sureste -concebido de la nada para hacer entrar al narcotraficante 'Tuso' Sierra, pariente de Mario Uribe- están intentando decir que él formó parte de ese aparato paramilitar para vincularlo a la Ley de Justicia y Paz, y así impedir su extradición.

Salta a la vista que si la intimidación de la mafia colombiana sigue siendo la misma que hace 25 años, la sociedad colombiana ahora es más permisiva frente a este flagelo. Si Pablo Escobar viviera, estaría dándose un festín.

Monday, September 07, 2009

La compra del golpe de Estado

La compra del golpe de Estado
Por Antonio Caballero



OPINIÓN

Cuando por fin despierten del misterioso trance hipnótico en que están sumidos, van a ser muchos los que sientan vergüenza de haber sido uribistas

Sábado 5 Septiembre 2009




Hace ya más de ochenta años escribió Curzio Malaparte un librito muy leído entonces, titulado La técnica del golpe de Estado. Consideraba en él varios ejemplos, desde el 18 Brumario de Bonaparte hasta el incendio del Reichstag por Hitler, pasando por el Octubre Rojo de Lenin y Trotsky y por la Marcha sobre Roma de Mussolini. No registró otro método, que es el que estamos viendo ahora en Colombia practicado por Álvaro Uribe en su empeño de tercera elección presidencial consecutiva: la compra por cuotas.
Primero se compraron las firmas que piden el referendo reeleccionista, volándose los topes establecidos por la ley y con el añadido pintoresco de confiar el transporte de las valiosas papeletas al cuidado de la 'pirámide' ilegal de David Murcia. A continuación, y para que aceptaran la 'conciliación' sobre la alteración ilegítima de la pregunta, hubo que comprar también los votos de los parlamentarios. Así se hizo con notarías, con contratos, con consulados y embajadas, hasta con plata en rama. Falta la venia de la Corte Constitucional. Hace cuatro años aceptó la dudosa legalidad de la reforma constitucional que permitió la primera reelección de Uribe, también comprada por cohecho; los magistrados tuvieron miedo de torear la culebra del uribismo armado, y se inclinaron. Y esta Corte de ahora está más amansada que la de entonces, de modo que, tras una ficción de forcejeo para la galería, declarará exequible constitucionalmente el engendro referendario.

Sólo faltan los votos.

Se parte, desde luego, de un núcleo de uribismo de convicción, ciego a la realidad. Unos cuantos millones de personas que se empeñan en creer que los gobiernos de Uribe han traído o al menos están trayendo la paz a Colombia, negándose a ver que, por el contrario, han agravado la guerra y sus secuelas de desplazamiento forzoso y consiguiente inseguridad en las ciudades en donde se refugian los que huyen de la violencia del campo. Unos cuantos millones de personas que no quieren ver el fracaso general de todas las políticas emprendidas en estos últimos siete años: el crecimiento de la violencia y de la inseguridad, de la pobreza y de la indigencia absoluta, del desempleo, del despilfarro, de la corrupción. Cuando por fin despierten del misterioso trance hipnótico en que están sumidos, de esa morbosa fascinación por el abismo en el que están hundiéndose, van a ser muchos los que sientan vergüenza retrospectiva de haber sido uribistas. Hablo de la gente común. Que los políticos comprados o los empresarios premiados con gabelas tributarias sean uribistas, se entiende: su interés está ahí. Pero no que lo sea la gente común, digo, que no le debe nada a Uribe, sino la agravación de todos sus problemas.

Pero el caso es que siguen faltando votos.

Ya se han comprado muchos, claro. Esos voticos ya amarrados de los millones de empleados públicos que creen que Uribe va a seguir por lo menos cuatro años más, y así ayudan a que siga. Los de las dos millones setecientas mil 'familias en acción' que reciben mensualmente su ayuda pecuniaria. Los de los favorecidos por los cheques y los créditos que Uribe reparte personalmente a puñados en sus consejos comunitarios retransmitidos por la televisión, como un Niño Dios que trae regalos. Y cuenta la prensa, enternecida (o tal vez comprada también ella por el espejismo prometido de un Tercer Canal), que Uribe, pese a estar recluido en su cuarto de enfermo, presidió 'virtualmente', por teleconferencia, la piñata de cuatro mil millones de pesos en créditos del Fondo Nacional de Ahorro feriados el jueves por la noche en el Palacio de los Deportes.

Y sin embargo los estrategas de la reelección uribista no las tienen todas consigo. Recoger siete millones trescientos mil votos no es tarea fácil, y menos aún cuando existe la previa convicción entre los electores de que Uribe ya ganó. Por eso se les ocurren nuevas estratagemas: hacer votar el mismo día el referendo contra los violadores (para que la gente, confundida, vote de paso por el violador de la Constitución). Sumar además las elecciones parlamentarias, para movilizar también los clientelismos regionales y locales. Y, finalmente, reformar el censo electoral, para reducir la masa de votos necesarios para que sea aprobado el referendo.

Y si pese a todo la cosa no funciona, en el librito de Malaparte hay más recetas.