Wednesday, June 28, 2006

Medellín, una ciudad que huía de sí misma

Medellín, una ciudad que huía de sí misma
Por Diego Fernando Gómez
Durante las últimas cinco décadas la ciudad ha marchado como un alma en pena, huyendo de sí misma, expiando mil pecados, convirtiéndose en un engendro del subdesarrollo rodeada de cinturones de miseria, con una clase dirigente que heredó múltiples talentos, pero como en la parábola, tomó la vía del temeroso que no encontró otro camino que cuidarlos con recelo, sin arriesgarse a multiplicarlos o apostarle a construir un futuro distinto. El resultado es que tenemos unas empresas insignias destacadas, pero que son las mismas de hace cincuenta años, y no generan suficiente empleo y riqueza como para tener una sociedad próspera e incluyente.El pesimismo es un estado que se realimenta de sus propios pesares: no se invierte porque la ciudad se agota y luego la ciudad se agota porque no hay inversión. En múltiples ocasiones en tertulias, tanques de pensamiento y asociaciones profesionales, hasta en costureros, en los que me invitan a participar, me he encontrado con ese estado de ánimo apocalíptico de "Medellín no futuro", en que se dice que somos una ciudad mediterránea, en un rincón del mundo sin posibilidades ni potencialidades. Pues en el mundo no hay rincones y más que ciudades mediterráneas lo que hay es ciudades desconcertadas y desconectadas. En la actualidad, más de las dos terceras partes del valor de lo generado en el mundo está representado en servicios y bienes con alto contenido de conocimiento. Los bienes de mayor valor viajan por el mundo a través del espectro electromagnético. Desde los servicios de diseño en ingeniería, o los de desarrollo de software, o el conocimiento sobre trasplantes de órganos humanos, hasta las canciones de Juanes, todas ellas generadas en Medellín, se las entregamos al mundo vía telecomunicaciones. Los siguientes bienes en la escala de valor, los que tienen una sustancia material con un alto valor de conocimiento en su elaboración, viajan por vía aérea. Simplemente son arrolladoras las cifras de toneladas que se transportan diariamente en el mundo en aviones cargueros. Van desde flores y perecederos, ropa interior o aceites esenciales, hasta equipos electrónicos wairless que se producen en Medellín y sus áreas circundantes. El siguiente segmento lo componen bienes que requieren ser transportados por vía terrestre. Aún en este segmento se puede ser competitivo estando a menos de seiscientos kilómetros de las costas. Lo cierto es que una de las primeras incapacidades que tenemos que superar es la de construcción de infraestructura. Debemos ser capaces de concebir y sacar adelante proyectos completos y financiarlos y ejecutarlos de la manera adecuada. Si se trata de tener una salida a un puerto en el Atlántico que opere con frecuencias adecuadas y que esté disponible antes de tres años, el asunto es armar una concesión en los términos requeridos para que se ejecute completa. Igualmente con una salida al Pacífico o la construcción de un puerto y los accesos en Urabá. La doble calzada a Hatillo y el túnel de doscientos millones a las fincas de occidente son ejemplos de pésimas ejecuciones, malas financiaciones y visiones incompletas de las soluciones que requiere la región. Por eso, durante muchos años, mucho más de los ocho que se han tomado para construirlos sólo servirán para salir a pasear. La estrategia de hacer las cosas por pedacitos y a costa del Estado nos tiene atrasados décadas en infraestructura. El reto central de Medellín es convencerse de las enormes potencialidades que están en su propia gente y su capacidad de generar bienes y servicios de alto valor basados en su talento y conocimiento. Medellín debe decidirse a emprender nuevas actividades y aprender a hacer nuevas cosas. Estamos en un momento especial, quizás el mejor de los últimos decenios, y que brinda todas las posibilidades para reemprender el camino. En una de las reuniones que mencionaba, donde había todavía rezagos de pesimismo, quienes allí departían son las cabezas de empresas u organizaciones de la región que sólo el año anterior generaron más de mil millones de dólares de excedente. Casi todos han sido profesores universitarios y varios de ellos incluso tienen PhD. En este momento mágico en que tenemos tanta capacidad, talento y excedentes, sería imperdonable que no nos decidamos a dar el salto al futuro.

Thursday, June 22, 2006

El misterio de la reelección

El misterio de la reelección
No la entiendo, porque Uribe no es distinto de lo que han sido sus predecesores de los últimos 100 años. Unos puestos, unos contratos... Pero por Uribe votaron muchos más
Por Antonio Caballero
Me he pasado media vida -bueno: una semana de cada cuatro años de la mitad de mi vida: en total unas diez semanas- tratando de entender por qué la gente en Colombia vota como vota. Esta última semana ha sido una de esas. Y no entiendo por qué votó la gente como votó, o por qué votó así: a favor de la reelección del presidente Álvaro Uribe el 62 por ciento de esa poca gente (46 por ciento) que votó.Porque eso sí lo entiendo: que no vote casi nadie. Comparto, desde luego, la olímpica opinión de que quien no vota no tiene después derecho a quejarse de los resultados de las elecciones; pero también sé perfectamente que en cuanto uno baja de las alturas del Olimpo el voto es poca cosa: la gente vota por amenazas, o por miedo, o por inercia, o, en el mejor de los casos, por plata. De modo que sí, que bueno: que no vota nadie. Pero de los pocos que votan (y restados los de la plata, los de la inercia, los de la amenaza, etc.), ¿por qué hay tantos que votan por Uribe? Es decir: ¿por qué la reelección de Uribe fue tan masiva, tan contundente, tan entusiasta? Es decir: si al voto de la inercia y al de la fatiga y al de la plata y al de la gente que vota en contra -en contra de Serpa, digamos, por su pasado samperista; o en contra de Carlos Gaviria, digamos, por su aureola de izquierda- hay que restarle además el de la gente que ha tenido que irse -a los semáforos, al extranjero-, ¿por qué siguen votando tantos a favor de Álvaro Uribe?Digo que no lo entiendo, porque Uribe no es nada. Es decir: no es nada distinto de lo que han sido sus predecesores de los últimos cien años. Unos puestos, sí, claro: y por cada puesto público hay detrás, digamos, una familia de cinco o de seis votos. Unos contratos, por supuesto: no sé cuántos votos (¿tres? ¿Cuatro ) resulten favorecidos por cada contrato. Pero por Uribe no votaron solamente los de los puestos o los de los contratos, que de la misma manera hubieran podido votar por Serpa o incluso por Gaviria. Votaron muchos más. Y no entiendo por qué. Pues si lo comparamos con los otros gobernantes latinoamericanos que en los últimos tiempos se han hecho reelegir, y han logrado más o menos a las malas que se cambie la Constitución de sus países respectivos para que los reelijan a ellos, como Uribe, nos encontramos con que ellos tenían algo qué mostrar, y en cambio Uribe no. El peruano Fujimori había acabado con la guerrilla de Sendero Luminoso y tenía a su jefe Abimael Guzmán metido en una jaula. El argentino Menem había conseguido frenar la hiperinflación y sobornar a los 'carapintadas' militares. El brasileño Cardoso había logrado enderezar, más o menos, el barco ebrio de la economía de Brasil. Pero ¿Uribe qué?
Ni en el orden público, para cuyo control fue elegido hace cuatro años. El ELN conversa, porque las Farc lo tienen acorralado. Pero por su parte las Farc están intactas. Sólo han caído un par de jefecillos comprados a la Policía ecuatoriana o a la venezolana, y en cambio muchos campesinos han sido disfrazados de guerrilleros después de muertos para complacer las ofertas de dinero anunciadas por el Presidente.Ni tampoco en la otra mitad del orden público. Los siete mil paramilitares que había hace cuatro años se convirtieron por arte de birlibirloque en treinta y un mil para entregarse y recibir subvenciones de reinserción; pero a la vez sucedió -oh maravilla- que aparecieron ocho mil paramilitares nuevos más que la prensa llama "de tercera generación" y que el doctor Luis Carlos Restrepo, alto comisionado para la Paz, denuncia como "no paramilitares". Como si estuviera loco.Ni la cosa económica. No bastó con dar cifras falsas. Claro que el crecimiento del narcotráfico ayuda (aunque el gobierno lo niegue); y ayudan las remesas de los exiliados económicos, que para empezar fueron desplazados políticos; y ayuda, como es obvio, el aumento del precio del petróleo. Pero también ahí: ¿de verdad alguien cree que nos hemos vuelto ricos?Y en lo social... Bueno, sí. Leo que los hijos del presidente Uribe, que han montado una empresita de artesanías, dicen que de lo que se trata es de ayudar a la gente.

Saturday, June 17, 2006

El hombre de a caballo


El hombre de a caballo
Ya ha puesto en marcha, como quien no quiere la cosa, el segundo centenario de la Independencia, dentro de 13 años. De aquí a entonces le caben tres reelecciones más
Por Antonio CaballeroTendremos, pues, cuatro años más de Álvaro Uribe. Salvo en el caso, claro, de que le dé la ventolera de abandonar a medias su mandato. Al 'chinito' Fujimori del Perú, ese cuyo modelo autoritario pedía para Colombia hace unos años el ex ministro y hoy nuevamente ministro Juan Manuel Santos (que debe estar doblemente contento, por tener Fujimori y por tener ministerio), a Fujimori, digo, le dio por ahí: un día se fue de paseo, y puso un fax desde el Japón renunciando a la presidencia. (Ahora está tratando de volver: todos quieren volver). Y en Colombia tuvimos dos casos parecidos, con los dos únicos presidentes que, antes de Uribe, se autoprolongaron su período: Rafael Reyes llevaba menos de un año de la prórroga cuando cogió un barco para exiliarse en Francia; Rojas Pinilla ni siquiera alcanzó a recibir la suya de su Asamblea Constituyente cuando tuvo que huir a las volandas a refugiarse en España. Un tercero, López Pumarejo, el único que repitió presidencia por las buenas, reelegido de acuerdo con los términos de la Constitución, tuvo que irse también, en su caso a los Estados Unidos. Y así.Pero estas consideraciones son consuelo de tontos: Álvaro Uribe no tiene las menores intenciones de irse. Tiene, por el contrario, las de seguir quedándose. Ya ha puesto en marcha, como quien no quiere la cosa, la preparación del segundo centenario de la Independencia, que cae en el año 2019. Dentro de trece años: de aquí a entonces le caben todavía tres reelecciones más en el camino.Tres reelecciones más. Tiemblo al pensar en las cataratas de lambonería que puede despertar un presidente cuatro veces reelecto en Colombia, esta tierra de lambones (para parafrasear a Rubén Darío). En esta tierra en donde al presidente López Michelsen su gabinete lo recibía con vibrantes aplausos cada vez que entraba al Consejo de Ministros. En esta tierra en donde al presidente Turbay lo condecoraron sus propios funcionarios. En esta tierra en donde unos periodistas quisieron fundar un club de fans de la niñita del presidente Gaviria.
Conservo un recorte de prensa de hace unos veinte días: una semblanza del entonces presidente-candidato titulada con arrobamiento: "Cuando Uribe es más Uribe". No salió publicada en el periodiquito áulico de José Obdulio Gaviria, el edecán del Presidente, sino en el diario El Tiempo, firmada por Edulfo Peña. Quiero citar un par de frases que me parecen significativas de tono y de contenido: "¿O qué del ego que corona de placer a este exquisito caballero que se exhibe sobre su fino corcel a paso de rey, superando la prueba suprema de equilibrio que cualquier jinete soñaría: una pequeña taza de café servida sobre la copa de su sombrero, sin derramar siquiera una gota de líquido?".Y más adelante: "Es en una finca, junto al ganado y los caballos, donde sobresale lo más personal de Uribe. Allí aparece el hombre rudo, implacable, el macho, el que habla duro, el fuerte".Para concluir la semblanza así: "... Uribe (desafía el hielo a bordo de su potro preferido) para satisfacer lo que más ama: la libertad sobre un caballo".En nuestra historia republicana, donde hemos visto de todo, era lo único que nos faltaba: el hombre de a caballo. El hombre de a caballo, el "caudillo bárbaro" de que hablaba Arguedas, el presidente vitalicio típico de América Latina, no había existido hasta ahora en Colombia. Ni Bolívar lo fue, pese a la leyenda sobre su callo en las nalgas. Ni Melo, que sólo tuvo tiempo para (justamente) pegarle un tiro a su caballo para que no lo fuera a montar nadie. Ya lo tenemos. Y lo seguiremos teniendo para largo: hasta los fastos del segundo centenario de la Independencia.Salvo en el caso de que le dé una de sus ventoleras.

Tuesday, June 13, 2006

Para llorar


Saúl Hernández
POR SAÚL HERNÁNDEZ BOLÍVAR
PERDIMOS EL TREN DEL FUTURO
El Mundial que perdimos (13 de Junio de 2006)
Colombia renunció al Mundial de 1986 por incompetencia e ineptitud.
Colombia es el único país del mundo que ha renunciado a organizar un campeonato mundial de fútbol, cosa incomprensible en tanto que las demás naciones se pelean encarnizadamente por organizar eventos de esa naturaleza. Claro que para un país pobre y lleno de problemas estas cosas son superfluas, pero esa dimisión es síntoma de algo que podría denominarse ‘síndrome de incapacidad colectiva’, donde se esconde un complejo de inferioridad que nos abruma.
Nuestro país no renunció a ese Mundial por exigencias desmedidas de la Fifa, como se argumentó, sino por incompetencia e ineptitud. Las condiciones fueron iguales a las que se le imponían a cualquier país organizador y el Gobierno pudo negociar demandas irracionales. En esa época, el fútbol discurría en un ambiente menos ostentoso que hoy y la relación costobeneficio era razonable. Si la FIFA ejerció alguna presión fue porque a tres años del evento faltaba todo. Las palabras de João Havelange bien lo resumen: "Colombia tuvo doce años para organizar el Mundial y no pudo".
Países pobres han hecho mundiales: en 1962, Chile realizó la Copa Mundo sobreponiéndose a un terremoto devastador. En 1970, México organizó su primera Copa Mundo –apenas dos años después de haber celebrado los Juegos Olímpicos–, y en 1986 realizó el Mundial que rechazó Colombia, unos meses después de sufrir también un terremoto. En 1982, la atrasada España posfranquista respondió con lujo de detalles y, si no fuera por las sombras de la dictadura militar, Argentina 78 sería otro buen ejemplo de tenacidad.
La disculpa que el gobierno de Belisario Betancur esgrimió para renunciar a ‘Colombia 86’ es sensata en apariencia, pero encubridora de la patología: se dijo que los recursos necesarios para la organización de ese evento quedarían mejor invertidos en hospitales, carreteras, escuelas y viviendas para los más pobres. Nada de eso se ejecutó.
La imaginación popular ha terminado por agradecer la decisión de Belisario ante la sospecha de que nos pudo haber librado de un ridículo gigantesco. Un Mundial a la colombiana habría sido grotesco, estrambótico y estrafalario; un verdadero caos con estadios a medio terminar, problemas de boletería, dificultades de transporte, insuficiencia hotelera y toda clase de inconvenientes organizativos. De fondo, habría sido un gran foco de corrupción que todavía estaríamos pagando, pero el prevenir el desastre no equivale a solucionar el problema sino a enterrar la cabeza. Nada se remedió con eso porque ni se invirtieron esos dineros ni se ha hecho nada para mejorar la sombra de incompetencia que nos cubre y que se refleja en las frías estadísticas que indican el atraso del país en los aspectos más diversos: obras públicas, educación, tecnología, analfabetismo, dominio del idioma inglés, etc.
Colombia es incompetente porque aquí campea la corrupción, porque la burocracia y la tramitomanía obstaculizan todo, porque somos perezosos y mediocres, porque no reconocemos que la responsabilidad por nuestro futuro no es endosable a los gobiernos de turno ni a las potencias extranjeras, porque tenemos un problema de baja autoestima enquistado en nuestra cultura.
Si los colombianos queremos salir adelante, es hora de cambiar lo que está mal en nuestra idiosincrasia, es hora de cambiar todas esas cosas indeseables que son como un lastre y nos impiden tomar las riendas de nuestro devenir. Hay que acabar la ‘cultura’ de la propina y la mordida, la de la impuntualidad, la de la viveza y la picardía, la de las palancas y las roscas, la de ‘hecha la ley hecha la trampa’, la de la fotocopia, el pirateo y el copy and paste, la de dejar todo para mañana...
No fue el gol de Maradona lo que nos perdimos al renunciar a ‘Colombia 86’, perdimos el tren del futuro, un tren que partió hace rato y al que sólo puede accederse con un esfuerzo colectivo, porque ese es un Mundial que ningún ‘Maradona’ se puede ganar solo.

Thursday, June 08, 2006

Los bogotanos más ricos tienen un ingreso 49 veces mayor que el de los más pobres

Los bogotanos más ricos tienen un ingreso 49 veces mayor que el de los más pobres
Según un estudio de la Secretaría de Hacienda de la ciudad, el 10 por ciento de los hogares más ricos concentra el 39,7 por ciento del ingreso total.
En contraste, el 10 por ciento de las familias más pobres se reparte apenas el 1,4 por ciento de ese ingreso.
Bogotá, según el censo de población 2005/2006, tiene cerca de dos millones de hogares, que son el 17 por ciento de la población total del país, que es de 41,2 millones de personas.
Según la autora de la investigación, la economista Adriana Rodríguez Castillo, asesora de la Secretaría de Hacienda, el ingreso promedio de los hogares más ricos, constituidos por 2,4 personas en promedio, es 25 veces mayor que el de los más pobres, que tienen una media de 4,2 personas.
En Bogotá están los más ricos del país
Los hogares y las personas en la ciudad tienen el mayor ingreso monetario promedio del país, sólo superado por el de los habitantes y hogares del archipiélago de San Andrés, en el Caribe colombiano.
De los diez grupos en que se dividieron los hogares de la capital, en los tres de mayores ingresos -600.000 hogares ó 1,44 millones de personas-, se concentra el 67,2 por ciento del ingreso.
Los otros 1,4 millones de hogares, el 70 por ciento del total, que son unas 5.560.000 personas, el 79,4 por ciento de la población, se reparten el restante 32,8 por ciento del ingreso.
¿Cuáles son los ingresos de los bogotanos?
La principal fuente de ingreso de las familias es laboral y representa en promedio el 79 por ciento del total.
Sin embargo, para el 30 por ciento de los hogares en la parte más baja de la escala socio-económica, ese ingreso es el 84,7 por ciento del total, en tanto que para los tres grupos más altos es el 75,5 por ciento de su ingreso.
Las pensiones son el segundo ingreso de los hogares, pues participa con el 13 por ciento en promedio, aunque para el 30 por ciento más pobre -600.000 hogares ó 2.520.000 personas- representa sólo el 3,66 por ciento, mientras que para el 30 por ciento más rico es el 15,23 por ciento del ingreso que reciben.
"El 10 por ciento de los hogares bogotanos más pobres percibe sólo el 1,2 por ciento de los ingresos salariales de la ciudad, el 2,1 por ciento de las ganancias; el 1,4 por ciento de los arrendamientos, el 1,2 por ciento de las cesantías y el 0,1 por ciento de los ingresos provenientes de ayudas a otros hogares", señala el informe.
A renglón seguido, la investigación asevera que, "en contraste, el 10 por ciento de los hogares más ricos de la ciudad percibe el 32,7 por ciento de los salarios, el 49,7 por ciento de las ganancias, el 41,7 por ciento de los ingresos por arrendamiento, el 44,7 por ciento de las cesantías, y el 39 por ciento de los ingresos correspondientes a ayudas de otros hogares".
La cesantía es un ahorro del trabajador, equivalente a una doceava parte del salario anual, que puede usar únicamente -en teoría- para la compra de vivienda o para estudios superiores de familiares, y que puede retirar en su totalidad al dejar el empleo.
Las ayudas a otros hogares corresponden a giros que reciben las familias desde otras ciudades del país o del exterior.
Bogotá aporta cerca de una quinta parte del Producto Interno Bruto (PIB) del país, el 4,4 por ciento de su población es analfabeta, cerca del 10 por ciento de los niños y adolescentes no asiste a la escuela, el 38 por ciento de su población - 2.660.000 personas- es oriunda de otra región colombiana y apenas el 0,5 por ciento, unos 35.000 habitantes, son extranjeros, según el censo.
Unos 133.000 habitantes llegaron de otras regiones del país a Bogotá por amenazas contra su vida y 1.372.560 más por razones familiares.

Wednesday, June 07, 2006

Nos están tirando raya

PorDiego Fernando Gómez
La doble línea continua en una carretera tiene un significado muy claro: no se puede sobrepasar en ese punto de la vía en ninguno de los dos sentidos. Es una norma internacional que todos reconocemos en cualquier parte del mundo. En los manuales de conducción de Estados Unidos, los que se tienen que aprender de memoria quienes tienen que pasar el riguroso examen que exigen en cada estado para obtener la licencia de conducción, lo dice muy claramente: "Double Yellow Lines: double solid yellow lines mean that passing is not allowed in either direction" p 8, Arizona Driver License Manual. January 2005.Con inquietud y sorpresa, nos encontramos que en las carreteras colombianas pintaron dobles líneas continuas a lo largo de todo su trazado. ¿De dónde sacaron los criterios y las especificaciones quienes pintaron las líneas dobles amarillas continuas?
Esto significa que ningún automóvil puede sobrepasar a otro en las carreteras. Esto simplemente es tan absurdo que no puede uno creer que haya ocurrido.Para mayor consternación, en lo relatado en una carta de José Omar Estrada, encontramos que no solo se usa mal la señalización sino que se abusa de los conductores aplicando "de manera extorsiva" el despropósito de la doble línea.Nos relata el lector que el pasado 22 de abril de 2006 mientras se desplazaba entre el municipio de La Pintada y la ciudad de Pereira, en el kilómetro 85 más 300 mts. (ver fotografía anexa) y luego de rebasar un camión que se desplazaba a unos 40 kilómetros por hora, fue detenido por la Policía Vial que le indicó que le iba a contravenir por estar rebasando en un sitio con doble línea amarilla continua.¿Cómo ocurre esto en un sitio de la carretera con "una recta con más de 650 mts., con excelente visibilidad, sin ningún estamento educativo, solo bordes de carretera correspondientes a fincas"? Cosas como éstas hacen sentir una vergüenza profunda del país en que estamos.
La foto es tan elocuente como absurda.
No entendemos que algo tan conocido en el mundo se ignore y aplique de manera tan errada en el país. Es increíble que lo hayan definido las autoridades de tránsito. Es incluso increíble que el conductor del vehículo con los dispositivos para pintar las líneas no entendiera el absurdo de lo que estaba haciendo.Es urgente que se corrija a la mayor brevedad el despropósito de la doble línea que se trazó en éste y muchos otros tramos de las vías nacionales y que además, a la Policía de Carreteras la pongan en un papel más educativo y constructivo, de manera que ciertos agentes no abusen de su institución y su investidura y le hagan el doble mal al país, y que además de tontos se haga evidente que tenemos ladrones.

Monday, June 05, 2006

Réquiem por el siglo XIX

Réquiem por el siglo XIX
El partido liberal colombiano merecía acabarse, como se acabó en estas elecciones de mayo de 2006, por traidor a sus votantes y por traidor a sus principios
Por Antonio CaballeroBueno: pero por lo menos se acabó el partido liberal. Ese que una vez fue el "¡Gran Partido Liberal!" al que le gritaban vivas los borrachos, y por el que ya no votan ni siquiera los borrachos. Ese partido que una vez, en el siglo XIX y a principios del XX, fue grande y generoso, e impulsó muchas de las mejores cosas de la historia de Colombia. Ese partido que se había vuelto una vergüenza. Bueno: pues se acabó.Y hay que celebrar su fin por dos razones. La primera es de justicia histórica: se lo tenía merecido de sobra. La segunda es de política práctica: con su desaparición las cosas quedan claras.

El partido liberal colombiano merecía acabarse, como se acabó en estas elecciones de mayo de 2006, por traidor a sus principios y por traidor a sus votantes. Una traición que encarnan a la perfección los tres grandes derrotados de la jornada: el candidato presidencial Horacio Serpa, el jefe único César Gaviria y el inspirador Alfonso López Michelsen. Entre los tres consiguieron apenas algo más del 10 por ciento de una votación que, por añadidura, no llegó ni a la mitad de la de los posibles electores. Serpa: ese que hasta hace un par de años aceptó ser embajador del presidente Álvaro Uribe ante la OEA (ante el Ministerio de Colonias de los Estados Unidos) después de haber prometido que sería el más inflexible representante de la oposición. Serpa: el que, después de haberse opuesto al 'Plan Colombia' de Andrés Pastrana, lo aceptó con entusiasmo cuando se lo explicaron en inglés. Serpa: el que en la campaña narcofinanciada de Ernesto Samper viajó llevando cajas de billetes con lazos de cinta de regalo. Serpa: el que hace ya veinte años, cuando la horrenda toma y contratoma del Palacio de Justicia, dijo como miembro de la Comisión de Acusaciones del Parlamento que los actos políticos de un Presidente no se podían juzgar.César Gaviria. César Gaviria, el mismo que, cuando fue Presidente en nombre del "Nuevo Liberalismo" de Luis Carlos Galán que pretendía limpiar y remozar al sucio y envejecido partido, lo degradó en un neoliberalismo económico de apertura y le entregó a Pablo Escobar la administración de la justicia. Y Alfonso López Michelsen: el que, con su 'mandato claro' y su 'gobierno puente' y su 'posdata a la alternación', prolongó para siempre el contubernio liberal-conservador del Frente Nacional, esa sucia partija, esa innoble repartija, a cuenta de la cual estamos como estamos. Pero él no se da cuenta. Se lo dijo hace unos años a su entrevistador para un libro cuasipóstumo: "Si de algo soy responsable, no me doy cuenta".Además las cosas quedan claras. Una derecha que ya no juega a ser de izquierda para ver si convence a los borrachos. Una derecha uribista, encabezada por un tránsfuga del partido liberal (el propio Álvaro Uribe, que le sacó a ese partido todos los cargos públicos de su vida) y coordinada por otros tránsfugas de lo mismo: los nietos de los Lleras, los nietos de los Santos, los nietos de los Turbay. Porque el partido liberal colombiano era un partido dinástico. ¿Hace ya cuántos años que el diario El Tiempo se volvió uribista? Y ¿vieron ustedes en la televisión, o en las fotos, esa escena del Presidente candidato echando su discurso de cierre de campaña flanqueado por dos Santicos con cara de furiosos (el uno con el otro), el vicepresidente Pachito a la derecha y, a la izquierda (¿de veras), el coordinador Juan Manuel del equipo de la U?Y más furioso todavía, y como apartando el hombro como para no untarse, el Lleritas del otro partidito uribista, Vargas Lleras, a la derecha de Pachito Santos. ¿A la derecha? Creerán ustedes que eso no es posible. Pero es así.Está, pues, la derecha, que ya no sigue emborronada por la existencia decimonónica del partido liberal. (Colombia llegó por fin al siglo XX. ¿Cuánto nos faltará para llegar al XXI ). Y está también la izquierda, por fin desembarazada de ese mismo lastre decimonónico. La izquierda inspirada por el espíritu liberal (lo dije aquí hace unas pocas semanas, hablando de Carlos Gaviria), pero por fin separada del corrompido partido de ese nombre, que era su derecha clientelista, y por fin en ruptura clara con la guerrilla, que era su derecha armada.Dijo Carlos Gaviria: "Nadie en el Polo se va a dejar cooptar". Eso es lo que esperamos los que votamos por él.

Saturday, June 03, 2006

Realismo y más realismo

León Valencia
POR LEÓN VALENCIA
LA OTRA ORILLA
Realismo y más realismo (03 de Junio de 2006)
Triunfó el mismo hombre de hace cuatro años, pero la realidad del país es distinta.
Ojalá el ruido de la victoria no le impida percibir la novedad de la situación. Un hombre con la experiencia de un largo y fecundo vivir, pero nuevo en la política, obtuvo un segundo lugar con sabor a triunfo. Ojalá la sorpresa que le prodigaron sus numerosos electores no nuble su sentido de realidad.
Hace cuatro años había un país tan hastiado de la guerra como desengañado de las negociaciones de paz. Había, además, un penoso vacío de liderazgo. Uribe ofreció la solución militar y obtuvo el respaldo del electorado. Se empeñó como nadie en la pacificación concertando con los paramilitares en el norte y buscando la victoria sobre la guerrilla en el sur y los resultados son precarios.
La gente cambió de opinión sobre la salida al conflicto. Hoy, más de un 60 por ciento de la población se pronuncia a favor de la negociación con la guerrilla. Pero a la vez mantiene su respaldo indeclinable al presidente Uribe. Quiere decir que los ciudadanos, aunque ya no aprecian la vía militar que proclamó, sí respetan y aplauden su gran liderazgo.
Hace cuatro años la economía estaba por el suelo y los grupos económicos habían perdido cerca de la mitad de su patrimonio. Ahora, América Latina se encuentra en un ciclo de crecimiento que ha jalonado nuestro país a una expansión de 5 puntos y los empresarios se frotan las manos porque han multiplicado sus ganancias y recuperado su riqueza. Pero aún no hay un impacto benéfico sobre la pobreza y la indigencia de las mayorías nacionales.
Uribe, que ha sido tan celoso en fortalecer el músculo empresarial, tendrá que preocuparse ahora especialmente por la política social y la redistribución del ingreso.
En el tiempo de la primera elección de Uribe, también era diferente la situación en Washington. Después del ataque a las Torres Gemelas, la nación americana cerraba filas en torno al presidente Bush, que se aprestaba a caer sobre Irak. La popularidad le sonreía. Ahora el desastre de la guerra acosa a la Casa Blanca y Bush cae en las encuestas.
En esta situación, no será tan fácil que el gobierno norteamericano mantenga su alta participación en el conflicto colombiano. Los 700 millones de dólares por año de ayuda militar pueden aminorar y la nube de funcionarios gringos que hoy hacen presencia en Colombia puede achicarse. Uribe tendrá que volver a pensar el sentido de sus relaciones con Washington. La dependencia exclusiva de Estados Unidos y el aislamiento del Sur de América pueden no ser aconsejables.
También Gaviria, que funge inesperadamente como la cabeza de la oposición, tendrá que echar un ojo sobre su realidad. A la inmensa franja de electores que lo acompañaron la aviva más un sentimiento antiuribista que una adscripción a la izquierda. Esto indica que hay un gran trabajo por hacer. Transformar la reacción opositora hacia Uribe en una adhesión positiva hacia el Polo es un reto gigante.
Se trata de conquistar para siempre a los electores que migraron del liberalismo hacia las toldas de la izquierda. De seducir a los intelectuales y capas medias que optaron por Gaviria cuando su primera opción era Mockus. De recoger a quienes se vayan desengañando de Uribe en este segundo mandato.
El camino para convertir el Polo en una alternativa de poder para el 2010 pasa por el éxito de los gobiernos locales de la izquierda o cercanos a ella. Ayudar a culminar satisfactoriamente los mandatos de Bogotá, Valle y Antioquia y buscar afanosamente le reedición de gobiernos alternativos en el 2007 en muchos lugares del país, es el gran desafío. También hacer creíble el discurso de la solución negociada del conflicto y la búsqueda de un modelo económico inspirado en la equidad y abierto a la integración.