Wednesday, June 28, 2006

Medellín, una ciudad que huía de sí misma

Medellín, una ciudad que huía de sí misma
Por Diego Fernando Gómez
Durante las últimas cinco décadas la ciudad ha marchado como un alma en pena, huyendo de sí misma, expiando mil pecados, convirtiéndose en un engendro del subdesarrollo rodeada de cinturones de miseria, con una clase dirigente que heredó múltiples talentos, pero como en la parábola, tomó la vía del temeroso que no encontró otro camino que cuidarlos con recelo, sin arriesgarse a multiplicarlos o apostarle a construir un futuro distinto. El resultado es que tenemos unas empresas insignias destacadas, pero que son las mismas de hace cincuenta años, y no generan suficiente empleo y riqueza como para tener una sociedad próspera e incluyente.El pesimismo es un estado que se realimenta de sus propios pesares: no se invierte porque la ciudad se agota y luego la ciudad se agota porque no hay inversión. En múltiples ocasiones en tertulias, tanques de pensamiento y asociaciones profesionales, hasta en costureros, en los que me invitan a participar, me he encontrado con ese estado de ánimo apocalíptico de "Medellín no futuro", en que se dice que somos una ciudad mediterránea, en un rincón del mundo sin posibilidades ni potencialidades. Pues en el mundo no hay rincones y más que ciudades mediterráneas lo que hay es ciudades desconcertadas y desconectadas. En la actualidad, más de las dos terceras partes del valor de lo generado en el mundo está representado en servicios y bienes con alto contenido de conocimiento. Los bienes de mayor valor viajan por el mundo a través del espectro electromagnético. Desde los servicios de diseño en ingeniería, o los de desarrollo de software, o el conocimiento sobre trasplantes de órganos humanos, hasta las canciones de Juanes, todas ellas generadas en Medellín, se las entregamos al mundo vía telecomunicaciones. Los siguientes bienes en la escala de valor, los que tienen una sustancia material con un alto valor de conocimiento en su elaboración, viajan por vía aérea. Simplemente son arrolladoras las cifras de toneladas que se transportan diariamente en el mundo en aviones cargueros. Van desde flores y perecederos, ropa interior o aceites esenciales, hasta equipos electrónicos wairless que se producen en Medellín y sus áreas circundantes. El siguiente segmento lo componen bienes que requieren ser transportados por vía terrestre. Aún en este segmento se puede ser competitivo estando a menos de seiscientos kilómetros de las costas. Lo cierto es que una de las primeras incapacidades que tenemos que superar es la de construcción de infraestructura. Debemos ser capaces de concebir y sacar adelante proyectos completos y financiarlos y ejecutarlos de la manera adecuada. Si se trata de tener una salida a un puerto en el Atlántico que opere con frecuencias adecuadas y que esté disponible antes de tres años, el asunto es armar una concesión en los términos requeridos para que se ejecute completa. Igualmente con una salida al Pacífico o la construcción de un puerto y los accesos en Urabá. La doble calzada a Hatillo y el túnel de doscientos millones a las fincas de occidente son ejemplos de pésimas ejecuciones, malas financiaciones y visiones incompletas de las soluciones que requiere la región. Por eso, durante muchos años, mucho más de los ocho que se han tomado para construirlos sólo servirán para salir a pasear. La estrategia de hacer las cosas por pedacitos y a costa del Estado nos tiene atrasados décadas en infraestructura. El reto central de Medellín es convencerse de las enormes potencialidades que están en su propia gente y su capacidad de generar bienes y servicios de alto valor basados en su talento y conocimiento. Medellín debe decidirse a emprender nuevas actividades y aprender a hacer nuevas cosas. Estamos en un momento especial, quizás el mejor de los últimos decenios, y que brinda todas las posibilidades para reemprender el camino. En una de las reuniones que mencionaba, donde había todavía rezagos de pesimismo, quienes allí departían son las cabezas de empresas u organizaciones de la región que sólo el año anterior generaron más de mil millones de dólares de excedente. Casi todos han sido profesores universitarios y varios de ellos incluso tienen PhD. En este momento mágico en que tenemos tanta capacidad, talento y excedentes, sería imperdonable que no nos decidamos a dar el salto al futuro.