Wednesday, August 02, 2006

La era de la hipocresía

La era de la hipocresía
Por Diego Fernando Gómez
En los últimos años, y sobre todo en las pasadas tres semanas, el país se ha escandalizado cuando se convierte en asunto de debate público lo que ya era conocido. Resulta que en este momento sí es razón para rasgarse las vestiduras, ¿por qué no lo fue en el momento que ocurrían los hechos a la vista de todos, o en el momento en que todos lo sabíamos así no fuera un caso juzgado o juzgable?
Eso exactamente es lo que ocurrió con las declaraciones de personas que en 1990 ya aseguraban que Santofimio había participado en una reunión en la que se planeó el asesinato de Galán.
Virginia Vallejo fue pareja de Pablo Escobar delante de todos los que ahora sí se escandalizan, Samper fue elegido presidente y permaneció en el cargo luego de una campaña a la que entraron miles de millones del narcotráfico. Horacio Serpa repartió dinero llevándolo personalmente a varias ciudades en una avioneta y luego fue tres veces candidato a la presidencia.
Alfonso López recibió dinero de Pablo Escobar para su campaña de 1982 y en varias ocasiones se reunió con los narcotraficantes más buscados procurando armar arreglos "de paz". ¿Algo que usted no supiera? Una sociedad tan hipócrita solo puede ser presa de un destino tan cruel como el que nos correspondió a los nacidos en las décadas de los sesenta y los setenta.
La niñez a principios de los setenta era idílica. No existían esos guetos actuales que son los conjuntos cerrados y el "mundo" que recorríamos libremente era toda una ciudad segura y abierta. El índice de muertes por cien mil habitantes era similar al de los países desarrollados. Fue un instante de paz en una nación que parece no haberla conocido.
Pero el país se jodió en el gobierno de López, o más exactamente con López. Lástima que se murió tan rápido Klim, quien era el único colombiano capaz de decirle el tipo de nefasto engendro que era y todo el desastre que estaba creando. Desde ese momento se iniciaron unas terribles prácticas que pusieron este país al borde del colapso. Lo que antes eran estructuras de mercado democráticas se convirtieron en peligrosos y odiosos monopolios. Eso ocurrió con las gaseosas, con la cerveza, con los medios de comunicación, entre muchas otras. Allí se instituyó repartir el botín de la televisión entre los ex presidentes, los periodistas áulicos de turno y los grupos económicos. Allí empezó el declive de las ciudades intermedias y la "capital" se hipertrofió, pues allí, en el centro del tráfico de poder, se repartió la riqueza del país y se dejó de hacer empresa.
López y su séquito vieron emerger el narcotráfico y cohonestaron irresponsablemente con su consolidación y crecimiento. Luego vimos este cáncer crecer y permear la política, armar una Constitución a su amaño, poner presidentes y convulsionar la nación, enseñorearse de los campos y potenciar la guerrilla. Y hoy nos toca ver pasar caravanas de Hummers con los engendros amenazando si las leyes no quedan a su amaño. Ha camino que nos falta por recorrer,...pero también terminarán mal como ha ocurrido sin excepción. Uno de los epítetos favoritos para calificarse entre unos y otros, todos los protagonistas de estas terribles décadas, es el de ratas. "Es la rata más rastrera de las que he conocido", dijo Pablo Escobar, de una de ellas en particular, ¡y era un experto en el asunto! A él también se lo endilgaron. En 1989, al darle posesión a la gobernadora Helena Herrán de Montoya, el presidente del Tribunal Superior de Medellín dijo, "claro que sabemos quiénes son esas ratas inmundas de los narcotraficantes", y los mencionó uno a uno. Al día siguiente salieron en primera página de El Espectador su foto y sus palabras. Dos días después el ejército lo llevó a un lugar secreto para preservar su vida. Solo él sobrevivió, siete de sus compañeros de sala fueron asesinados en ese período.
Nos ha tocado vivir en la era de las ratas. Da risa y dolor escuchar decir que López pone a pensar al país. Lo que sí hace López y ese país que le sigue, es ponerse a bailar con las ratas al son que ellas le toquen. Son de la misma especie.