Tuesday, July 11, 2006

El pataleo

A washington ha viajado ya cuatro veces, o cinco, el mismísimo presidente-presidente Uribe a poner el cuello (no el suyo, el de Colombia) para lo que allá manden: los cuartos de pollo, el café...
Por Antonio CaballeroTodavía no se ha firmado, creo. O por lo menos yo no volví a ver nada publicado al respecto. Supongo que ustedes habrán oído hablar, como oí yo, de aquel famoso TLC, Tratado de Libre Comercio, que Colombia iba a firmar con los Estados Unidos y que nos iba a sacar de pobres. Teníamos que firmarlo "rapidito", en la expresión típicamente autoritaria de nuestro presidente-presidente Álvaro Uribe. (Cuando digo "teníamos" quiero decir que se disponían ellos a firmarlo en nombre nuestro). Y si no "rapidito", en opinión de algunos analistas resignados, más resignados que analistas, teníamos que firmarlo como fuera. Porque, como dice el refrán con filosófica negrura, "a la fuerza ahorcan". Y porque, como dicen que se dicen los unos a los otros en la cola del cadalso los condenados a la horca, "no patalees, que es peor".Pero ¿peor para quién?
En el Irán actual, el de los ayatolas, se condena a mucha gente a la horca, y se la cuelga, según he visto en las fotos, no de un palo, sino del garfio de una grúa. Pero antes de ejecutar a los condenados los verdugos les enfundan las piernas en un saco de lona, para que no pataleen. O para que, si lo hacen, su pataleo no despierte en los asistentes al espectáculo pensamientos libidinosos que puedan incitarlos a la masturbación o al pecado todavía más nefando de la necrofilia. Pero en el Irán de hace treinta años, el Sha que entonces había se empecinó en patalear: en pedir (a propósito del petróleo que su país producía) no un comercio "libre", sino un comercio "justo". Es verdad que no lo hacía con excesivo énfasis: entendía que en fin de cuentas él mismo sólo podría seguir siendo Sha en la medida en que el comercio libre de petróleo no fuera demasiado justo. Pero lo hacía: pataleaba. Y por eso fue abandonado por sus protectores de Occidente, y en consecuencia derrocado, en el que fue tal vez el único gesto digno de su vida de títere.Vuelvo a nuestro comercio, no justo, sino, como lo llaman, libre. A nuestro TLC; que por lo visto está atascado vaya uno a saber en qué recoveco de la burocracia imperial. Porque allá en Washington está tan entregado como sea necesario el embajador Andrés Pastrana, para aprobar lo que haga falta. Y allá han viajado no sé cuántos ministros en ejercicio, y un número considerable de ex ministros, para firmar addendas y confirmar cesiones y concesiones, para aceptar los cambios in extremis de las cláusulas ya acordadas, para inclinarse ante nuevas exigencias, para soltar las últimas pequeñas amarras de defensa. Y nada. Allá ha viajado ya cuatro veces, o cinco, el mismísimo presidente-presidente Álvaro Uribe a poner el cuello (no el suyo: el de Colombia) para lo que allá manden: los cuartos de pollo, el café, los derechos de autor del poema El cultivo del maíz en Antioquia de Gutiérrez González, que a partir de ahora tendrá que ser recitado en inglés, y pagando regalías. Todo se ha hecho. Todo se ha entregado.Y nada.Cómo será la cosa que incluso aquellos que hasta hace pocos meses defendían la firma del Tratado con el único argumento de que lo único peor para Colombia que firmarlo era no firmarlo están ahora angustiados porque no hay con quién firmarlo.Pero ni siquiera entonces patalean. Les parece de mala educación.No quisiera terminar este artículo sin hacerles una pregunta a los lectores que tan a menudo me critican mis propias críticas al sometimiento de los gobiernos de Colombia ante los gobiernos de los Estados Unidos. Díganme: ¿qué tratado firmado entre el gobierno de Colombia y el gobierno de los Estados Unidos ha sido respetado por el gobierno de los Estados Unidos?.

La polimafia (asociación de crimen organizado, narcotráfico y políticos)

Claudia López
POR CLAUDIA LÓPEZ
UN POQUITO DE TODO
La reinserción uribista: del 8.000 al 64.000 (11 de Julio de 2006)
La polimafia (asociación de crimen organizado, narcotráfico y políticos) es la mayor amenaza a la sociedad colombiana.
No solo por ética sino por elemental supervivencia, deberíamos concentrar nuestros esfuerzos en combatirla. Desafortunadamente, quien ostenta el mayor capital político en la historia de Colombia, el presidente Uribe, prefiere gastárselo en reinsertar para sus filas a cuanta estrella de la polimafia atraviese su cielo. El nombramiento de Samper en Francia es apenas otro astro de ese firmamento. ¿Por qué lo hace?
Según la revista Semana, Uribe nombra a Samper por solidaridad. Porque, según el criterio de Uribe, el ex presidente es un pobre hombre estigmatizado. No ve en él al político capaz de venderse a la mafia para acceder a la Presidencia (algo que todos sabemos, pero que la justicia comprada en el Congreso evitó juzgar), de corromper las instituciones para imponer a Serpa como sucesor (como todos lo padecimos, pero logramos evitar), de pedir cacao para que no extraditaran a los Rodríguez Orejuela (como consta personalmente a Uribe) y sabrá Dios si habrá intercedido también en los planes para eliminar a quienes pudieron ser piezas clave para develar sus andanzas, como la ‘monita retrechera’ y el ex conductor de Serpa, quienes no murieron de gripa sino acribillados cuando iban a contarle a la Fiscalía lo que sabían (algo que solo podrían corroborar los sicarios, si es que no los mataron también).
Otra hipótesis es que lo hace por astucia política. Porque neutraliza a un posible contradictor, debilita aún más el liderazgo del ex presidente Gaviria y fortalece la pasarela roja que va del liberalismo al Partido de la U, por la cual ya han desfilado los más corrompidos caciques políticos otrora liberales y ahora reencauchados dirigentes del partido uribista. Solo faltaba Samper para cerrar con broche de oro la pasarela. Otro supuesto es que lo hace para darle gusto a Francia nombrando allí a un abanderado del acuerdo humanitario que, de concretarse, traería de vuelta a Íngrid Betancourt. Además de todas las desgracias por las que Íngrid ha pasado, solo le faltaba que el mayor símbolo de la corrupción que combatió durante su trayectoria política en libertad termine por ser al que tenga que agradecer su posible liberación. Aprovecharse de su cautiverio para nombrar a Samper es un acto de bajeza y manipulación de los instintos y desgracias de una familia en desventura que supera cualquier límite. Por lo demás, en la lógica de las Farc, Samper posiblemente sea más lo que reste que lo que ayude a concretar un acuerdo humanitario. Pensarán que suficiente costo es crecer al presidente Uribe para también hacerle la carambola a otro.
Falta ver si en este caso, como en la minipurga paramilitar que hicieron de las listas uribistas al Congreso, la rectificación viene por la amenaza de Francia de no conceder el beneplácito a Samper u otra de retiro de visas proveniente de los gringos. Porque así son nuestros políticos. A falta de convicciones e ineficaz control nacional, solo reaccionan a dádivas o amenazas externas superiores a las que ellos son capaces de proferir.
En esta decisión del Presidente debe de haber de todo, como en botica. Un poquito de ‘astucia’, porque entre una y otra pasó la reelección, la politización del narcotráfico, el conejo a la extradición y van a pasar el parlamentarismo. Un poco de manipulación de caídos en desgracia, que es como Uribe acumula poder, logrando que todos le deban alguito: los narcos ser paracos, ambos no ser extraditados, unos políticos ser reencauchados, otros ser elegidos, otros no investigados y ahora los secuestrados ¡quizás ser liberados! Un poquito de solidaridad, porque al fin y al cabo los dos presidentes han comprado el Congreso en su propio beneficio, desbaratado las instituciones y gobernando con políticos corruptos. ¿Por qué solo castigar a Samper? ¡Mejor seguir todos en la cama y autodeclararse estigmatizados!